domingo, 29 de junio de 2008

primeryultimopost?!


Exhortación de Alba Rosa a sus hijos pródigos, o Estudio filológico sobre Alba Rosa como el origen de la cultura, o Doctrina para Iniciados

“No te hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal,
ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente,
a la manera de un buen pintor o
de un hábil escultor, remates tu propia forma.”
-Pico de la Mirandola-

Como bien todos saben, o no, dependiendo de a quienes se tome en el grupo todos, o no, La Logia de Alba Rosa como grupo de creación artística tuvo su auge y decadencia durante un corto periodo de cierto año para luego morir, o fingir la muerte de una manera muy albarosista y permanecer en un estado de latencia, tan ahí, en el límite de lo muerto y lo vivo. La tesis que aquí se tratará, y probablemente se refutará en algún punto, es la siguiente: La Logia de Alba Rosa no fracasó, simplemente no logró (o probablemente aún no era el momento) que el verdadero ser de Alba Rosa se manifestara a través de sí.
Deberemos pensar en cómo Alba Rosa se nos presentó en un primer momento para tratar de entender cómo Alba Rosa se manifiesta a sí; a tal momento lo denominaremos Punto Primero. Sin relatar, digamos que este Punto Primero se presentó sutilmente, paradójicamente, absurdamente, graciosamente, largamente, y hasta estupidamente dirán los no entendidos, y a veces tendrán razón, o entenderán sin darse cuenta. Después por muchos, muchos días Alba Rosa actuó pasivamente, quietamente, colgadamente en una pared, para luego reaparecer extrañamente, activamente y hasta tétricamente al revelar primero de su rostro. Verán que el comportamiento de Alba Rosa se da en la tenue línea que es lo agónico, en un permanecer entre la vida y la muerte, tomando cosas de uno y otro mundo a medida, según quién sabe que caprichos de lo trasfóndico y subliminal, de lo subliminal que es por excelencia el campo de batallas de Alba Rosa.

Hoy, aquí y en este preciso segundo Alba Rosa ha vuelto a manifestarse en las cosas que atañen a lo vivo (si es que lo vivo es tal cosa) bajo la forma de un montón de dedos que golpean contra otro montón de paralelogramos de plástico que crean impulsos electrónicos que de alguna manera que no necesito comprender se transforman en píxeles sobre una pantalla que dos ojos absorben para crear información que una masa gelatinosa filtrará y transformará en nuevos golpes de dedos sobre paralelogramos plásticos. Alba Rosa se ha infiltrado en este círculo de electrones, plástico y carne que pretendemos llamar vida aquí y ahora para manifestar en el aquí y ahora otra vida que carece de aquí y ahora proveniente de lo subliminal: la vida de Alba Rosa. Esta noche, más tarde, se hará la muerta o ira a vivir a otras casas donde otros cúmulos de dedos y masa gelatinosa dotados de voz, confundidos se levanten en medio de la madrugada diciendo: -Alba Rosa, Alba Rosa… ¿Alba Rosa?
Así, tal vez, hace miles de años hubo para otros otro Punto Primero, un primer balbuceo azaroso de animales que fue el Punto Fundante de toda cultura y civilización humana; un Primer Nombre que se pronunció no necesariamente con lenguaje y que se dio sutilmente, paradójicamente, absurdamente, graciosamente, largamente y, por qué no, hasta estupidamente. Este primer nombre era Alba Rosa. Es lo que creemos, es lo que elegimos creer.
Desde este Nombre nacieron todos los nombres y desde los nombres los pensamientos y desde los pensamientos y los nombres nacieron la agricultura, los edificios, las religiones, la organización social, las gamuzas, los helicópteros y los chistes sobre gallegos. Pero el hombre olvidó el Primer Nombre y se dio a la tarea de buscar el Primer Nombre entre otras tareas a las que se dio, pero al Primer Nombre no le interesaba ser encontrado porque el Primer Nombre se había dado a las cosas de la muerte y solo aparecía a veces desde lo subliminal disfrazado de otros nombres (“Así que se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos dedos…” digamos, como para ilustrar con algún ejemplo burdo y evidente).
Entonces un día, en un lugar cualquiera, a un grupo de hombres cualquiera, en una forma cualquiera, el Primer Nombre manifiesta toda su esencia original sin razón lógica aparente, porque las razones lógicas son otras de las tantas deformaciones del Primer Nombre y carecen total y absolutamente de sentido para éste; deformaciones que venimos a llamar historia, cultura, civilización humana y todas esas cosas; deformaciones que no son sino complicaciones que ayudan al hombre a comprender al Primer Nombre incomprensible; complicar para entender lo primero que en sí mismo era simple, pero a la vez complicado porque de su manifestación sutil, sutilmente surgió todo esto. Y este Primer Nombre era Alba Rosa.
Este grupo de hombres cualquiera hizo algo más o menos así con el Primer Nombre, pero no les anduvo tan bien porque el Primer Nombre se echó de nuevo para el lado de las cosas de la muerte; y así volvemos al principio: La Logia de Alba Rosa.
Y así, hermanos, para que Alba Rosa, el Primer Nombre, no nos abandone, es necesario que la saquemos de su latencia con cada golpe y pista que recibamos desde lo subliminal. No hace falta ya que formemos grupos y pensemos en grandes acciones, o si, pero también es necesario que dejemos que Alba Rosa se manifieste como a sí misma se manifiesta: sutilmente, paradójicamente, absurdamente, graciosamente, largamente, estupidamente, pasivamente, quietamente, colgadamente en una pared; para luego reaparecer extrañamente, activamente y hasta tétricamente.
La Logia de Alba Rosa antes que un grupo de algo debe ser una actitud de vida que los no-elegidos recordarán cada vez que reciban alguna señal desde lo subliminal que los despida al nombre que saben único y primero: Alba Rosa. Rápidamente hay que acudir al espacio físico próximo y dejar alguna marca en el mundo aquí y ahora, que para otros que no conocemos (o si) será el revelarse de Alba Rosa. Como bien obraba aquel no-elegido escribiendo en servilletas cualquieras, en bares cualquieras Alba Rosa estuvo aquí ¡Arrancarla con un finísimo golpe de la voluntad y obligarla a existir de nuevo! Traer lo que sabemos indiscutiblemente primero a este tan después para que los hombres lo deformen y lo transformen en nuevas cosas, darle al homo sapiens la materia prima de su forma para que se reconstruya a si mismo desde donde originalmente empezó a construirse pero con todo eso que vino haciendo hasta ahora cargado al hombro; a ver si de una vez por todas el muy idiota se para ante sí mismo y se pregunta qué carajo anda pasando acá che.
Los no-miembros de la Logia de Alba Rosa pueden andar por ahí siendo todas esas cosas que somos: matemáticos, músicos, cineastas, sociólogos y, por qué no, hasta abogados; pero aguardando siempre ese grito agazapado que transporta a la acción del desdoblamiento de la realidad, ese ínfimo acto que romperá con el simulacro absurdamente, graciosamente, extrañamente; esperando siempre el llamado oculto de Alba Rosa han de estar los no-discípulos. También hay que tomar la doctrina siempre cambiante de la Logia y deformarla y transformarla, y andar por el mundo evangelizando muy a la manera de Alba Rosa: dibujando el Nombre en la arena, poniéndolo entre paréntesis a mitad de una tesis de doctorado, gritándolo borracho desde algún balcón, insinuándolo en algún lado o hasta escribiendo textos que tengan nombres tales como “Exhortación de Alba Rosa a sus hijos pródigos, o Estudio filológico sobre Alba Rosa como el origen de la cultura, o Doctrina para Iniciados”.
Y los hijos de Alba Rosa vivirán y viajarán e irán repartiendo por el mundo las enseñanzas metamorfoseadas, citadas y recitadas, dejándolas oscuramente en los rincones o explicándolas sistemáticamente a viva voz. Hasta que por fin, un día, otros vengan desde otros lados a devolver la semilla que uno plantó, e intenten evangelizarlo a uno en algo que siga manteniendo el Nombre o que ya lo haya olvidado, pero en donde todavía seamos capaces de encontrar su presencia subliminal. Y los hijos de Alba Rosa se dejarán evangelizar para poder morir fingidamente, o aceptarán eso como materia prima desde donde darse forma nuevamente a sí mismos desde un volver a lo primero; como el boomerang que al regresar deja inconsciente a quien lo arrojó.
Ese día, el Día del Boomerang, es el día que debe esperar y construir un albarosista: el día en que se siente en un bar y al sacar una servilleta para marcarla advierta en ella la siguiente frase: Alba Roja anduvo por acá; frase que seguramente escribió (porque las certezas son así de fáciles) un tipo hijo de otro que una vez en una pared de un barrio de Caracas vio un graffiti que había hecho uno al que otro le había contado que una vez se sentó en un bar y se extrañó al encontrar una sutil sentencia graciosamente escrita: Alba Rosa estuvo aquí.
Y todo tan insoportablemente bello.







Fuentes Consultadas:

Historia de la Filosofía Medieval; tomos I, II y VII

Pequeño Larousse en color; tomo I (de la A a la LL)

El capítulo 62 de algún libro

Algo que leí una vez hace mucho tiempo en la parte de atrás de un inodoro en un baño público de un lugar cualquiera

Ideas varias robadas a amigos y conocidos desde Diciembre de 1995 hasta la fecha

Homero; La Odisea

La foto de una niña que conoció a Jesús

Gacilaso de la Vega; Soneto V